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El uso de la técnica de Análisis de Fortalezas, Debilidades, Oportunidades y Amenazas (DAFO para la versión ibérica, FODA para la latinoamericana, SWOT en la literatura anglosajona) se ha generalizado extraordinariamente para diferentes objetivos y en diferentes fases del ciclo del proyecto. Como toda técnica «aparentemente fácil» de entender y de aplicar, este empleo generalizado también lleva asociado en ocasiones una puesta en práctica no demasiado ortodoxa de la cuestión, si vamos a lo estricto de la definición. De todos modos, como bien sabemos en Evaluación, la ortodoxia extrema nos puede llevar a la inutilidad más absoluta, así que, en definitiva, tener el DAFO en la caja de herramientas como evaluador/a nunca está de más.
Quizá lo que sí me he topado algunas veces, y me consta que no soy el único, es con cierta «vaguedad» en el uso posterior de una matriz DAFO. Quiero decir con esto: seguro que mas de una y más de uno se ha encontrado con esa «arrancada de macho, parada de burro» en el proceso. Una tremenda euforia colectiva en el sesudo descubrimiento de todos, absolutamente todos los factores que influyen en el proceso, sus dobles y triples lecturas («es que según lo mires, es una oportunidad pero también es una amenaza«), y un largo etcétera de variantes. Y tras pintar la matriz ¿qué hacemos con ella?
He usado el DAFO para el análisis de factores de viabilidad en proyectos. Tras una matriz completa (y en la que hemos podido conseguir una amplia participación de grupos y actores involucrados en el proceso), resulta muy útil tener la información algo más masticada. Esto puede significar desde armar una jerarquía de factores, para facilitar su uso posterior a la hora de seleccionar estrategias de intervención, hasta valorar de un modo más preciso la importancia de dichos factores, así como su interrelación, para depurar el análisis y simplificar los procesos de decisión posteriores.
Toda esta larga introducción para recomendar una llamada de atención a la combinación de técnicas (especialmente el binomio cuantitativo-cualitativo). Hay que huir de las recetas o de los métodos que garantizan resultados definitivos. Es mucho más rico (genera mayor aprendizaje) y es más efectiva la combinación de aquellas técnicas que en el contexto determinado que nos encontremos puedan facilitar la obtención de productos o resultados que esperamos. ¿Cómo elegirlas? Eso forma parte de la vertiene artísitica de todo/a evaluador/a.
Es curioso que mientras pensaba en estas cosas me he topado con un artículo al respecto. Para los/as atrevidos/as, aquí os dejo la referencia: Ihsan Yüksel y Metin Dagdeviren (2007) Using the analytic network process (ANP) in a SWOT nalysis – A case study for a textile firm, Information Sciences 177 (2007) 3364–3382. En él, se propone el uso de una técnica Multicriterio Discreta (ANP) que permite valorar cuantitativamente la importancia de cada factor en el contexto, teniendo en cuenta la influencia que ejerce cada uno sobre el resto y viceversa.
Personalmente, creo que ésta en particular es una estimulante idea e intentaré probarla próximamente (que tiemblen los/as próximos/as compañeros/as que me sufran en una evaluación 😉 ). Se admiten y agradecen enormemente informaciones sobre ideas semejantes y su puesta en práctica. Por mi parte, si alguien tiene la curiosidad de ojear el artículo citado y no lo puede conseguir con facilidad, me ofrezco a enviarlo por correo. Como se trata de una publicación con Copyright, me abstengo de colgarlo, a ver si va a ser peor. Pero como yo lo he obtenido de forma LEGAL, puedo enviar una COPIA PRIVADA por correo-e a quien lo requiera (<rmonterd@gmail.com>), ya que acá en España esta modalidad NO ESTÁ PENADA POR LA LEY DE PROPIEDAD INTELECUAL. Además, estoy seguro de que los autores intelectuales del artículo estarán encantados. Por si a alguien (amigo/a o enemigo/a) no le ha quedado claro el concepto legal, le invito a ver este divertido y a la par pedagógico video de David Bravo, experto en legislación y famoso (por lo menos en España) activista contra la protección muchas veces irracional del conocimiento y la cultura.
Hoy he comrorbado una máxima de un buen amigo y maestro, aplicable a casi todo, pero especialmente a la ciencia: «cuando piensas en una buena idea, casi seguro alguien en el mundo ya la había pensado antes«. Esto tiene buenas y malas lecturas: el vaso medio vacío nos dice que no somos originales. Yo prefiero verlo medio lleno: no estábamos tan mal encaminados 😉
Los que me conocen saben de mi pasión por la numeritis, las matemáticas, los calculitos, las gráficas…y su uso en la gestión de proyectos, y en especial, en la evaluación. Creo sinceramente que pueden ser de gran utilidad, bien empleadas (aunque esto de «emplear bien o no, en sentido ético, lo discutimos en otro post…que da para rato). Y en este pack es donde ubico las Técnicas Multicriterio Discretas, toda una batería de m´todos y técnicas, con soporte matemático, para ayudarnos en situaciones en las que es bueno (e incluso higiénico) explicitar y sitematizar lo más posible el proceso de toma de decisiones. Esto es algo realmente importante en el uso de resultados o recomendaciones de evaluación.
Curioseando por la revista «Evaluation» del Instituto Tavistock (Londres) me he encontrado con una publicación de Jos Vaessen (Universidad de Atwerp, Bélgica), titulada «Programme Theory Evaluation, Multicriteria Decision Aid and Stakeholder Values: A Methodological Framework«. Se trata de un artículo bastante generalista, pero muestra en un caso de estudio (programa de Desarrollo Rural en el Altiplano de Guatemala) las posibilidades de este enfoque.
Interesante echar un vistazo, con recomendables citas sobre Multicriterio para los evaluadores que se inician en el tema.
ACTUALIZACIÓN 23/05/07
El irónico y (casi) siempre acertado Dilbert me hace recapacitar, una vez más, sobre mi fe en los programitas que calculan y nos hacen la vida más fácil en la evaluación y la toma de decisiones