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Cambio de rutina: hoy hemos estado en el Monaterio de La Rábida, en la sede de la Universidad Internacional de Andalucía, compartiendo la jornada con la gente del Master de Evaluación de Políticas Públicas promovido por la Sociedad Española de la Evaluación. Un grupo de algo más de 20 profesionales de diferentes países de Latinoamérica con el que hemos estado discutiendo sobre Resultados…también sobre Ipacto (no podía resistirme 😉 ). La idea era trabajar dos enfoques bien diferenciados, hablando de resultados: RMB y Mapeo de Alcances. En 8 horas ¡Casi nada! Como era de esperar, nos hemos liado y el Mapeo se ha quedado para otra jornada. No obstante, he pasado algo de materiales, links y sobre todo el gusanillo de «probar algo diferente». Ojalá los organizadores nos den un espacio próximamente para el segundo round.

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Esto, junto a los comentarios durante los descansos y el (poco) tiempo libre, me han vuelto a traer a la mente un debate que ya he tenido con algunos colegas y amigos sobre qué tipo de formación (sobre todo qué formato) se requiere para eso que se ha dado en llamar «instalar capacidades», en nuestro caso de evaluación. Este Master, o en general un programa de este tipo, desconecta temporalmente al profesional de su quehacer diario. Es imposible (incluso en los formatos «adaptados» que vamos montando, semipresenciales, no-presenciales, etc.) hacer ambas cosas al mismo tiempo…bien hechas. La cuestión, entonces, y sobre todo desde el punto de vista de las instituciones, si esa brecha es asumible por la organización, con todos los costes asociados que supone. Y en terminos de «resultados» (valga la gracia), si realmente supone «EL» aporte que necesita la organización para mejorar su desempeño en en Evaluación.

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Creo que en esto, como en otras muchísimas más cosas, en la academia estamos en deuda con la sociedad que nos da de comer. Deberíamos buscar alternativas a estos formatos. Insisto, no creo que haya que eliminar las Maestrías (vaya, si no…será la primera y la última vez que me invitan a La Rábida), pero sí veo necesario buscar otros formatos que puedan entroncar mejor con la dinámica de las instituciones. Una suerte de enfoque «Life Long Learning», por ejemplo.

Habrá que seguir buscando recetas. Mientras tanto, vamos a disfrutar de estos espacios formativos, que son pocos y cuesta mucho conquistarlos. Brindo por el Master de la SEE  ¡Salud y larga vida!