Creo que no hay palabra que guste más a propios y extraños alrededor de la Evaluación (y más cosas) que «impacto». Probablemente, será el ímpetu que sugiere la cosa, que uno no puede pasar sin ella.

Mucho nos queda por hablar del tema, pero creo que vale la pena hacer mención de un tema, de impacto ;-), sobre el que se ha posteado, y mucho, en los círculos de evaluadores (mayoritariamente de habla inglesa). Se trata de un informe elaborado por una entidad llamada Center for Global Development, una entidad privada patrocinada nada más y nada menos que por la Fundación Gates. El informe en cuestión, elaborado por un grupo de trabajo llamado Evaluation Gap, lleva por desafortunado título «When will we ever learn?«, algo así como «¿Cuándo aprenderemos de una vez?».

El tema del informe viene a decirnos que se hace mucha evaluación pero con poco rigor. Supongo que lo de «mucha evaluación» no se refiere a nuestro país. La polémica ha saltado, no tanto por las críticas a la práctica profesional de la evaluacion (que también, dado que los autores parece que no son grandes conocidos del sector) sino por la sospecha de propuesta que viene detrás. Cuando el informe habla de «rigor», y alude a la validez de los resultados de las evaluaciones, lo hace desde la óptica de un enfoque muy particular de evaluación: enfoques experimentales. Sí, sí, los del grupo de control, el tema aleatorio, etc.

Animo a los presentes a echarle un vistazo al informe ejecutivo, para hacerse una idea de lo que comento. Por aquí por la Península no tenemos el tema demasiado hablado, y sería bueno que lo hiciéramos, porque de ese modo, venga lo que venga (modas, estándares, imposiciones incluso) por lo menos sabemos de qué hablamos y a qué atenernos.

Por si alguien no lo ha notado, yo no lo tengo ni medio claro (lo del «impacto»). Será que últimamente sólo leo propuestas transgresoras. Pero eso es otra historia, y como dice Michael Ende «…será contada en otra ocasión».